La infraestructura “zombie” de la Transición Energética

 La infraestructura “zombie” de la Transición Energética

Con la Transición Energética, un nuevo virus está acechando al mundo dependiente de los combustibles fósiles: la proliferación de los activos varados, mejor conocidos como los activos “zombies”.

La Agencia Internacional de la Energía (IEA) define los activos varados como “aquellas inversiones —principalmente en infraestructura— que en algún momento antes del final de su vida económica útil, ya no pueden obtener un rendimiento económico”.

En cuanto a la infraestructura energética fósil, el desuso de sus activos proviene principalmente de la innovación tecnológica de las energías verdes, las ambiciosas políticas climáticas globales y la necesidad de un mundo sostenible, precisamente, la situación que se vive en la actualidad.

Con la llegada del coronavirus y la Transición Energética global, los cierres de plantas de carbón, de pozos petroleros y refinerías están ocurriendo décadas antes de lo previsto y superando todas las expectativas de la industria.

Fue la misma pandemia la que nos dio un panorama de las pérdidas millonarias que puede generar la infraestructura abandonada, como lo fueron los aeropuertos, los restaurantes, los gimnasios y los hoteles.

No obstante, en el caso de la infraestructura energética fósil, su estado “zombie” no sería momentáneo, sino perpetuo.

De acuerdo con Carbon Tracker Initiative, consultora ambientalista que acuñó el término “activos varados”, aproximadamente un tercio de la inversión en combustibles fósiles planificada hasta 2030 corre el riesgo de no generar rendimientos positivos para sus desarrolladores.

Este mismo escenario fue recién descrito en un análisis realizado por el Financial Times, el cual concluyó que en caso de que los gobiernos del mundo se comprometan a mantener la temperatura global por debajo de los 1.5°C en lo que resta del siglo, más del 80 por ciento de los activos energéticos fósiles no tendrán valor.

Bajo este escenario, 900 mil millones de dólares, o un tercio del valor de las grandes compañías de petróleo y gas, se evaporarán por completo.

Si no se realiza una buena planificación de los costos que implicará el aumento de la infraestructura “zombie” alrededor del mundo, las compañías dueñas de pozos de crudo, gas, carbón y refinerías heredarán la factura a inversionistas, a contribuyentes y al planeta.

Verbofobia Redacción

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